
Miro a mi mamá jugar con mi hijo y me veo. Me doy cuenta cuántas cosas hago igual a ella. Aún las que no me gustan.
Conecto con la importancia gigante de que madres y padres miremos nuestra historia, repasemos las heridas y aceptemos lo que haya para aceptar.
Luego llega un punto en el que, habiendo mirado, ordenado y aceptado (también creo que son válidos los mil ensayos e intentos) es necesario elegir lo que queremos en este presente.
Elegir algo distinto como forma de transformación, desde la consciencia. Consciencia de las heridas y de las oportunidades.
La alegría y el amor, a veces (¿o siempre?), también son una elección.
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